He creado una nueva página para intentar recoger todos aquellos recuerdos que son especiales para mí. He realizado unas cuantas fotografías a un montón de chismes que tengo en casa. Algunos son partes de mi memoria, de mi infancia. Otros son regalos recientes pero igualmente especiales. La mayoría tienen que ver con el mundo de la gastronomía. Son objetos sin valor económico pero sí sentimental. Todos formaron parte, en algún momento de su propia historia, de un hogar sensorial, y ahora lo forman del mío...
Este es el molinillo de café, marca Elma, de mi abuela. Ya he contado alguna vez que no me gusta el café y a mis abuelos, creo, tampoco. Cuando yo era pequeña rallaba el pan a mi abuela con este molinillo tan bonito. Me encanta el color amarillo y el verde de los pomos. Creo que lo conservo igual que estaba. Mi abuela troceaba el pan duro en pequeños cubitos, lo suficientemente pequeños para que cupiesen por la abertura superior. La tapa partida junto a la manilla se abre y ahí se introduce el café o, en este caso, los cachitos de pan duro. Después le daba vueltas a la manivela y después de varios rellenados el cajón de abajo se llenaba de un polvo de pan, con una textura muy fina, que nada tiene que ver con el rallado industrial que venden ahora empaquetado. Ya nadie ralla el pan en casa, pero también es cierto que los empanados de ahora nunca van a quedar igual que los de mi abuela. Mmmmm... esos escalopes de ternera y de pollo....
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Otro de los recuerdos sensoriales de mi infancia que conservo en casa. Las vinagreras de mi abuela. Me encanta el sistema antigoteo de la boca de cada uno de los frasquitos, que no se parece en nada a los actuales y sofisticados sistemas para que el aceite no escurra y deje la botella pringada.
Nunca las he llenado. Recuerdo haber visto la vinagrera en casa de mis abuelos, en la típica vitrina de cristal, para utilizarla en las comidas especiales con la familia. El cristal no es muy fino, pero la talla me parece maravillosa. Lo mejor la delicadeza de los tapones. El soplado es tan artesanal que ni los envases ni los tapones son idénticos.
En esta fotografía el cristal se ha convertido en metal por el reflejo de la luz.
Me parece un objeto sensorial que aporta belleza a cualquier mesa en la que se presente. Por supuesto hay que rellenarlo de un buen aceite (recomiendo dos que están buenísimos: La Boella, aceite catalán de una calidad excelente y el clásico Nuñez de Prado, de sabor más contundente que el primero pero igualmente exquisito) y de un buen vinagre (me gusta el Vinagre de Jérez, Ximénez-Spínola, de estupenda calidad y criado en roble).
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La báscula de cocina que todos teníamos en nuestras casas cuando eramos pequeños. Ni digital, ni táctil, ni configurable por unidades de peso, ni nada de nada...
Otro recuerdo sensorial...
Sencillamente sencillo. No es la báscula más fiable (la verdad es que no puedes pesar con precisión como por ejemplo con las cantidades para repostería, donde 25 gramos arriba o abajo sí que importan) pero en su época hizo su servicio y era un objeto de ayuda casi imprescindible en la cocina. Esta también era de mi abuela. Mi madre tenía el mismo modelo pero en color rojo (y digo tenía porque mi madre no guarda "chismes" y seguro que hace mucho que está en la basura). Parece que el plástico está sucio pero... no, es por el paso del tiempo.
De pequeña lo usaba para jugar. No sé si mi abuela pesaría muchas cosas. Tengo la sensación de que la cocina de nuestras abuelas es la cocina del "más o menos" o del "así a ojo...". Sólo recuerdo que yo se lo pedía para jugar con él cuando iba a su casa. Por detrás lleva una rueda para ajustar la precisión y poder resetearlo a "cero" añadiendo más alimentos al platillo de la báscula.
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Este recuerdo sensorial no era de mi abuela, sino de mi bisabuela. Es una de esas típicas planchas de hierro fundido llamadas "de lavandera". Se utilizaban sobre carbón y recuerdo que mi abuela decía que había que limpiar la base bien con un paño seco antes de planchar las prendas y arriesgarse a que la ropa quedase estampada de carbón. En relieve tiene tres letras CAS (no sé si ese es el orden correcto) que supongo serán la marca del fabricante, pero no he encontrado nada con ese nombre.
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